Tercera entrega
Y llegó el día de la última entrega pero no por eso es un día triste. Realmente, este proceso de descubrimiento del concepto de autenticidad a través de los miembros de TCD ha sido apasionante. Sentir como cada uno se pasea por diferentes aristas del tema y lo enfocan a partir de sus experiencias, vivencias y valores es muy enriquecedor.
En la entrega anterior dejamos la siguiente interrogante.
¿Cuántas veces has dudado a la hora de ser auténtico por complacer al bot?
Con esta pregunta cerramos nuestra segunda entrega y podemos profundizar aún más al abrir esta nueva entrega:
¿Cuántos de nosotros hemos caído, presos de la presión del mercado y los consejos de todos los expertos en lugares comunes que han matado nuestra esencia por momentos?
Seguramente todos hemos sido víctimas de la moda en algún momento y lo hemos lamentado. Y es que es imposible sacrificar la verdadera esencia en pos de un objetivo. Podemos evadirla, esconderla, maquillarla pero brillará, tarde o temprano, porque es nuestra fuerza interior.
La protagonista de nuestra entrevista de hoy soy yo, así de simple. Mi labor es jugar con las letras a diario y hoy me ha tocado, no solo seguir jugando, sino cuestionarme sobre el tema que he venido explorando en esta investigación.
Mi nombre es Esther Vásquez, Directora de Redacción en TCD. Tal y como lo dice mi biografía, soy blogger desde hace más de 10 años, madre enamorada de la maternidad y fanática de la observación desde que puedo recordar.
El camino hacia la redacción creativa ha sido la consecuencia lógica de mi necesidad innata de narrar lo que veo y mostrarle al mundo, a cada uno de los que me rodea, aquello que ignoran, incluso hasta de sí mismos.
Esta entrevista empieza donde debe empezar y es frente a la pantalla y el teclado, mi lugar natural desde hace mucho tiempo. Me desconecto de todo y me sumerjo en esta especie de juego en el que me cuestiono y me respondo a mí misma para descubrir qué es la autenticidad para mí.
¿Qué significa ser auténtico en el mundo del marketing?
El mundo del marketing es algo cercano y a la vez lejano para mí. Si bien la redacción es parte de mí, el papel de la misma en el marketing es algo que sigo descubriendo a diario.
Y es por ese mismo proceso de cambio constante en el mundo del marketing que la autenticidad se define para mí como “la marca personal que engloba los valores y pasiones que nos definen. Es esa esencia que se define a partir de lo que amamos y lo que respetamos profundamente.” Y hablo de amar porque creo que sentir amor por lo que hacemos es el punto inicial de las grandes cosas que nos diferencian del resto.
Por eso es tan importante en cuanto a marketing se refiere, tomarse el tiempo necesario para construir nuestra marca a partir de nuestras pasiones. Considero que es el ingrediente básico para definir nuestra propuesta única de valor.
Si sabemos que nos apasiona, sabemos cómo hacer la diferencia y ser auténticos, diferentes al resto. Y es allí donde entran en juego nuestros valores que se convierten en esos límites invisibles que nos permiten definir el contexto en el que se va a mostrar nuestra autenticidad.
Hace poco leí la biografía de una modelo de desnudos que respondía la pregunta acerca de por qué solo hacía desnudos. Y fue muy clara: “siempre he amado estar desnuda desde que puedo recordar. Me siento libre, yo misma, pura. Y es en la fotografía donde encuentro el espacio ideal para mostrarlo y hacer la diferencia.” Para ella, no era lo mismo estar desnuda caminando en la calle o en otro espacio. Su pasión y sus valores la llevaron a la comunión entre ella y el fotógrafo y así hacer de sus fotografías la muestra clara de su autenticidad.
En este contexto, es natural seguir con nuestra siguiente pregunta:
¿Es posible ser auténtico hoy en día?
Y les respondo con un rotundo Sí. Sin duda alguna. Y es que creo que ser auténtico al final ni siquiera es una decisión: es nuestra condición natural. Lo que sucede es que, tanto en el marketing como en nuestra vida diaria, se imponen los diferentes estándares según el objetivo a cumplir.
Pongamos un ejemplo: hemos escuchado mil veces de las tradicionales bocas de muchos padres que, si quieres triunfar, tienes que estudiar una carrera “exitosa”, donde el éxito lo define la cantidad de dinero que genere y el reconocimiento de la sociedad. Entonces, un joven que desee tomar una decisión de carrera, se ve presionado entre hacer lo que lo llevará al “éxito” o hacer lo que ama.
Y este ejemplo es posible replicarlo a muchos niveles: “si deseas seguidores, debes hacer esto o aquello con tus publicaciones.” “No se te ocurra mostrar este aspecto de tu marca porque no es comercial” y así hasta el infinito.
Entonces ¿dónde está la verdad y el corazón de la autenticidad en marketing? en el equilibrio que logremos alcanzar entre nuestra esencia y lo que el mercado dicta. No podemos bailar siempre al son de los gurúes o maestros del marketing y sus indicaciones. Ni siquiera al de los dueños de las grandes redes sociales y sus algoritmos.
Necesitamos conocer con claridad quienes somos en esencia y, a partir de allí, evaluar qué se adapta y qué no a lo que somos. Habrá prácticas que van en contra de nuestra autenticidad y en contra incluso de nuestros valores y hay que huirles. Ninguna cantidad de seguidores vale el sentimiento de verte pisoteado en un post.
Entonces,
¿Cuáles son las ventajas y desventajas de ser auténtico?
Esta pregunta me deja pensando un buen rato y me obliga a parar frente al teclado. Sobre todo porque soy de aquellas que creen en que es posible convertir dificultades en oportunidades y es por eso que me cuesta ver desventajas.
En todo caso, si me toca definir alguna desventaja a la hora de ser auténtico sería el hecho de que probablemente, la identificación de nuestro nicho de mercado requerirá de un estudio mucho más cuidadoso y exhaustivo que lo habitual.
Como seres humanos y como marcas, somos muy variados y, en la medida que perseguimos nuestra autenticidad y queremos hacerla brillar, nos toca ver cara a cara la audiencia y hacerle las preguntas necesarias para saber si se identifican con nosotros.
Y esas preguntas nacen de nosotros mismos: ¿Qué somos? ¿Qué queremos? ¿Qué nos emociona?. No es ya sólo un proceso de complacer a la mayoría sino de investigar con mayor cuidado hacia dónde vamos.
Ventajas para mí hay muchas. Muchísimas de hecho. Y es que la autenticidad es una huella indeleble en el tiempo y el espacio. Incluso, si no cuentas con grandes o sofisticadas estrategias de marketing, puedes dejar tu marca con solo ser tú mismo. La única y gran estrategia es aprender a mostrar esa autenticidad en el lugar y el momento exacto. Es como el trabajo de un fotógrafo que le devuelve al hombre la autenticidad del mundo pero la maravilla está en el tiempo y el espacio que elige para hacerlo.
En este punto, llegamos a la última interrogante:
¿Cómo ves a TCD y su visión de la autenticidad?
Como esa oveja rebelde y bien peinada de la que hablaba Yuri De Paz en la primera entrevista. Ese delfín que se mueve entre las aguas del marketing, seguro de sí mismo aunque reconoce que su viaje no es igual al del resto.
TCD se ha construido a partir de pasiones y por eso la autenticidad es un valor intrínseco en cada trabajo. Existe porque alguien la soñó y , en conjunto,le hemos dado vida, forma y contenido.
Es diferente porque el cliente no es solo una oportunidad de negocio sino la posibilidad de aprender algo nuevo, de hacer relaciones cálidas y crear cosas que otros nunca han visto.
Coqueteamos con el bot de Google pero tomamos distancia cuando su voz se impone y no nos permite escucharnos.
Así es TCD.
Despedirse no es sencillo pero, afortunadamente no necesito hacerlo en esta última entrevista. Simplemente, me doy una palmada porque me gusta el trabajo realizado hasta este punto y sonrío pensando en todo el trabajo que queda por hacer.
Pero no los voy a dejar sin una reflexión final:
Si tuvieran la posibilidad de elegir un nombre que identifique su autenticidad ¿cuál elegirían? El mío sería Miranda.